• Carta desde el abismo

    Buzón del lector

    30 de abril de 2018… ya han pasado 8 años y dos días de condena. Mi delito fue la ingenuidad de pensar que una plaza fija te aseguraba mejor vida. Yo, una nadie, que todavía no había entendido la verdad del mecanismo del sistema. Donde vale más que te apunten con el dedo apropiado, a tus méritos o tu trabajo. La ingenuidad y el desconocimiento te induce a cometer muchas locuras: la mía fue estudiar una oposición y aprobar la plaza.

    plaza-fija-sescam

    Anteayer hace dos años que firmé mi plaza. Recuerdo la alegría, los olores, las compañías, cada centímetro del salón de actos…. Todo risas y nervios, casi como el día de reyes a mis 8 años. Estábamos en grupo, aplaudiendo y jaleando a todos, que, con gran esfuerzo y sacrificio, habían llegado hasta la santa reliquia del estatutario: la ansiada plaza.

    En esas fechas, nunca entendí, cómo había compañeras que preferían la vida de interina antes que la estabilidad del trabajo fijo. Me preocupaba que hubiera un sector en mi profesión que no tuviera alcance de miras y no se diera cuenta de la inestabilidad de su decisión.

    Nunca entendí, cómo había compañeras que preferían la vida de interina antes que la estabilidad del trabajo fijo

    ¡Qué idiota! (YO) Porque todo lo que a mí me habían vendido, hasta ese día, sobre el puesto fijo: era mentira. Falacias untadas de miel para atraer a los burros.

    Entono el “mea culpa” por creer en duendes, hadas y vida de estatutario fijo. La triste realidad es que, si no hubiera aprobado, a día de hoy seguiría trabajando de interina en un pueblo a 20 minutos de mi casa en vez de a hora y media. Y no me hubiera perdido nada del crecer de mis hijos.

    Me doy golpes de pecho, por pensar que la alternativa que en su día tomé, aunque perniciosa para mí, pensé que era lo mejor para el día de mañana de mis pequeños. Y si hace falta me fustigo, por entender que todo lo hecho no ha servido para nada. Claramente me equivoqué y tomé una mala decisión.

    Matarme a estudiar fue un error

    Matarme a estudiar fue un error. Me perdí muchos momentos de mis hijos, enfermé y disminuyo mi nivel adquisitivo. La única ventaja de ser fija es la carrera profesional: que ni tengo, ni me han dado la posibilidad de pedir. Trabajando lo mismo que mis compañeros fijos, pero por menos dinero, pagando gasolina, dietas y alojamiento. Pero sobre todo pagué con mi tiempo y mi calidad de vida.

    Como apunte diré, que todas esas personas que estaban conmigo en ese salón de actos en el 2011 (de otras comunidades autónomas) hace años que están en su casa con su familia. Pero debe ser más difícil cambiar de provincia que de comunidad autónoma.

    Era una trabajadora feliz y agradecida, ahora me he convertido en un manojo de malas sensaciones

    Revisé ayer las fotos y me sorprendí a mi misma diciendo: ¡idiota! Y preguntándome en voz alta sí todo este camino habría merecido la pena. Mis altibajos emocionales, las taquicardias, los ataques de ansiedad, las crisis de pánico, brotes de ira, caídas en depresión, trastornos alimenticios, sueño, cansancio, turnos, renuncias… Vendí mi vida al dios Sescam, le ofrecí lo mejor que tenía, a cambio el sistema me arrebató la ilusión y la devoción.

    Yo era una trabajadora feliz y agradecida, ahora me he convertido en un manojo de malas sensaciones sin forma de organizar su vida, con mucho rencor hacia el sistema que cuanto más miro menos entiendo y cuanto más pregunto menos respuestas me ofrecen.

    No tengo estómago para explicarles a mis hijos de 10 y 8 años que me voy a tener que volver a ir

    Intento desde la fuerza ser positiva y pensar que solo quedan días, desde el desconocimiento más absoluto de como va el proceso de traslados. Miro mi cuenta corriente, veo que al final del mes no llegan ingresos (maravillas de la excedencia), miro a mi bebé de 11 meses … pero, sobre todo, no tengo estómago para explicarles a mis hijos de 10 y 8 años que me voy a tener que volver a ir… a los mismo que hace dos meses fui a recoger al colegio entre lágrimas para decirles que me habían dado el traslado a nuestra ciudad y que no me iba a volver a marchar.

    A los mismos que vi llorar delante de todos sus compañeros del cole, abrazándome y sonriendo. Los mismos a los que me llevé a comer ese día fuera con barra libre de postres. Los mismos a los que les prometí un viaje a Euro Disney para celebrarlo (aunque prefirieron Pompeya) pero que no puedo organizar porque no se cuando me voy a incorporar, ni si tendré vacaciones (o cuándo).

    Vacío administrativo

    No puedo aguantar más la excedencia, ni siquiera me han dado la posibilidad de volver con una comisión o algo temporal a mi ciudad. Mucho me temo que no se ven antes del verano las incorporaciones. Tampoco me van a ofrecer 3 meses de verano allí. Volveré a dejar a mis tres hijos… y me duele cada centímetro de mi ser de solo pensarlo.

    Desde la noticia del traslado, estuve feliz hasta Semana Santa. Esa era la fecha donde se supone que se iba a publicar (incluso de hablaba de incorporarse). Lo peor de todo es el vacío administrativo y de los sindicatos, no sabemos nada…. Llamas al teléfono de los traslados, llamas a recursos humanos, llamas a los sindicatos… nada. No se sabe, no hay fecha.

    Esta incertidumbre quema y mata poco a poco. Después de un tiempo bueno tras la publicación provisional, de una luna de miel maravillosa, llega el bofetón de realidad y volvemos a la incertidumbre y a los rumores.

    Te encierra en un bucle de nervios, incertidumbre y ansiedad

    Todo eso te devuelve a la casilla de salida y te encierra en un bucle de nervios, incertidumbre y ansiedad. Es curioso el proceso de la ansiedad, aparece sin previo aviso y sin desencadenante. Puedes estar viendo la tele, sentada y relajada y de repente una punzada en el estomago y una taquicardia te avisa de que ella viene a visitarte. Te encierra, te posee y te despersonaliza. Sientes miedo, nervios y no viene con instrucciones para que entiendas los motivos.

    Pues así llevo yo años. Pero hay algo peor que la ansiedad, es la depresión. Cuando te sorprendes sin ganas de vivir. Soy una persona muy fuerte, he aguantado todo este proceso con préstamos de energía que después me pasan factura con intereses. Cuando te ves obligada a vivir gastando más fuerza de la que posees, llega un momento que todo el peso de tus espaldas te tumba y te impide levantarte. Con esfuerzo te levantas, pero si todo sigue igual, volverás de cara al suelo tarde o temprano.

    Me llamo Bea Gómez, y no soy un número para el Sescam, directamente soy una nadie

    Me llamo Bea Gómez, y no soy un número para el Sescam, directamente soy una nadie. Sin interés y sin trascendencia. Un alma que se mueve entre la pena y el enfado, vagando por tierra de nadies. Ninguneada por una administración a la que no le pesa ni mis viajes, ni mis hijos, ni mis turnos, ni mi ansiedad.

    Somos muchas almas las que estamos fuera de casa

    Quien haya leído esto pensará en singular y, quizás, sentirá pena por esta alma. Lo triste es que somos muchas almas las que estamos fuera de casa. Las que hemos generado intereses vitalicios por toda esta fuerza gastada Muchos hijos sin arropar por su padre y madres, muchas parejas separadas, muchas vidas sesgadas durante 8 o 10 años de una vida humana. Que, siendo optimista, en mi caso, supone un 10% del total de mi ciclo vital. 

    Pero en este punto no estoy hablando solo del proceso de traslados, ni solo de fijos. Porque el sistema nos vapulea por igual a la gran mayoría.

    El dedismo del sistema nos está perjudicando a todos

    No queremos pena, queremos justicia. Queremos que esto no se vuelva a permitir en el futuro. Queremos procesos limpios. Querremos comisiones justas. Queremos que se oferten plazas. El dedismo del sistema nos está perjudicando a todos. Queremos contratos justos, que se oferten plazas. Queremos las mismas condiciones laborales para fijos y eventuales. Queremos igualdad y justicia. A cambio seguiremos, con mucho orgullo, siendo el costal de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo.

    Queremos una generación de profesionales ilusionados con una plaza fija y con oportunidades reales de volver a casa lo antes posible.

    Porque señores del Sescam, se os está olvidando la más básica de las premisas de mi profesión. “Cuidar del cuidador”. ¿Os habéis molestado en hacer un estudio de salud de vuestros trabajadores? La respuesta es obvia: ¡No!. Pero no basada en las bajas laborales, porque somos un colectivo muy involucrado con el bienestar de la administración, sino profesionales en activo con síndromes de burnout, depresiones, ansiedades, angustia…

    Los nadies somos muchos. Los nadies estamos hartos

    Me llamo Bea Gómez, hace tiempo os conté mi caso. Pero lo bueno de publicar mi vida es que muchos me escribieron para decirme que el dolor es compartido. Los nadies somos muchos. Los nadies estamos hartos. Hartos de enfermar, hartos de decidir entre tener vida y tener trabajo. Hartos de promesas incumplidas. Hartos de ver a nuestros hijos a través del retrovisor del coche. En el caso del personal pendiente de los traslados (no todos, porque los facultativos lo tienen resuelto e incorporados desde enero).

    Mucho nos estamos temiendo que se publicaran en el primer trimestre. Pero con incorporaciones en octubre como la última vez. Porque desde servicios centrales ya habéis dado la orden de pedir vacaciones en los servicios. Creo que ni se nos llama, ni se nos espera antes del verano. Para aquellos que tenemos hijos, trabajar fuera en época de vacaciones escolares es poco más que la muerte en vida.

    No interesamos, ni siquiera a los sindicatos

    Nos preguntamos a quién beneficia este aplazamiento. Si seréis capaces de aguantar en silencio administrativo hasta el día de las elecciones, para después darnos el susto que tanto nos tememos. Pero no nos estáis engañando, sabemos que tras las votaciones nos daréis el batacazo en las costillas.

    La pena es que nosotros somos una minoría. No interesamos, ni siquiera a los sindicatos. Pero nos estamos cansando, nos estamos enfadando. Nuestra tolerancia a aguantar esta situación es muy limitada. Además, que con la ley del silencio que impera por parte de la administración, en vez de aplacar nuestros nervios no está levantando en guerra.

    No estamos dispuestos a incorporarnos en octubre, porque lo que para vosotros son solo 4 meses, para nosotros es alargar una vida de cansancio y renuncias, que ya ha durado muchísimos años. Una tortura desmedida y suficientemente prolongada en el tiempo.

    Señor Iñigo Cortazar, por favor, una publicación con fecha de resolución e incorporación

    Señor Iñigo Cortazar, por favor, una publicación con fecha de resolución e incorporación. O por lo menos rompan el silencio administrativo y déjennos las cosas claras para bien o para mal. Hay compromiso de resolución en el primer semestre, ambos sabemos que eso no es lo mismoque compromiso de incorporación.

    Entienda que todo el mundo tiene derecho a organizar sus vacaciones, más cuando hay niños de edad escolar de por medio. Entienda nuestra situación y por favor, empatice e intente aplacar nuestros nervios. Ya hemos sufrido bastante, solo cometimos el error de aprobar una oposición. Creemos que, con tantos años de pena, nuestro delito ya ha sido pagado.

    Sindicatos

    Señores del sindicato. ¿Cuál? Todos los sindicatos. ¿No sentís vergüenza al permitir un agravio comparativo entre categorías? Cómo podéis explicarnos que se hayan resuelto otras categorías y muchos profesionales del sistema ya estén en sus casas, mientras otros seamos sometidos al silencio y al ninguneo. Un poco de coherencia, por favor. Es que entre todos los que sois, no hay ni uno que defienda nuestros intereses. Estos serán los intereses de muchos eventuales el día de mañana cuando pasen a ser fijos.

    Queremos vivir en paz y abandonar por fin el abismo de la incertidumbre

    Porque personalmente, ya tengo ganas de respirar tranquila. Nunca pensé que yo fuera a decir esto: necesito un poco de rutina y aburrimiento en mi vida. Necesito un poco de paz. Necesito orden para empezar a sanarme por dentro, porque todo lo vivido ha dejado secuelas y cicatrices que necesitaran mucho tiempo para curar. Quiero volver a sonreír sin miedo a que pasará mañana. Solo quiero conciliar. Cuidar a mis hijos, desarrollarme profesionalmente y tener vida.

    Por favor, dejarnos volver a casa con nuestras familias.

    Soy un número para el Sescam

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