• Hemodiálisis baila: desde Brasil hasta Albacete

    Empezó en Brasil y se contagió a Granada, Linares, Sevilla, Murcia, Madrid o Albacete y Ciudad Real. El movimiento “Hemodiálisis baila” ha conseguido que 84 centros hospitalarios bailen por un mismo objetivo: para que la población sepa que miles de pacientes se someten semanalmente a horas de tratamiento fuera de sus casas. Y todo, para sobrevivir a su insuficiencia renal.

    Vídeo del centro concertado Asyter.

    Albacete y Ciudad Real bailan al ritmo de “Corazón contento”

    Vídeo del Hospital General Universitario de Ciudad Real.

    #HemodiálisisBaila en toda España recoge el testigo de Brasil con su vídeo #ChallengeDoNordeste. España trata de unir así a todos los profesionales que trabajan en los servicios de hemodiálisis, a pacientes y familiares en el reto de dar a conocer esta terapia.

    Enfermera y pacientes se suma a Hemodiálisis baila en Linares.
    Linares triunfa en las redes sociales con su baile.

    Con #HemodiálisisBaila se da visibilidad a la terapia de hemodiálisis, una gran desconocida, a la enfermedad renal y a la relación tan especial que los pacientes de Nefrología tienen con Enfermería.

    Estos pacientes pasan una media de 12 horas semanales conectados a una máquina que hace las veces de un riñón artificial limpiando su sangre

    En España, aproximadamente cuatro millones de personas padecen enfermedad renal crónica, de las cuales casi 51.000 están en tratamiento renal sustitutivo, la mitad en diálisis y el resto con un trasplante renal funcionante. 

    Un millar de pacientes
    depende de la hemodiálisis
    sólo en Castilla-La Mancha

    Cada año aproximadamente 6.000 personas con insuficiencia renal progresan hasta la necesidad de conseguir uno de los tres tipos de tratamiento sustitutivo renal: hemodiálisis, diálisis peritoneal y trasplante renal.

    Hemodiálisis baila ha llegado a 84 centros

    Sólo en Castilla-La Mancha, más de un millar de pacientes depende de la hemodiálisis. Este tratamiento, que suple la insuficiencia renal como si de un riñón artificial se tratara, tiene consecuencias tanto físicas como psicológicas. Para el paciente supone estar conectado a una máquina que limpia su sangre durante una media de doce horas semanales en tres sesiones.

    A la espera de un trasplante renal

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